
La ética ha estado presente en el ser humano desde siempre como reguladora de los actos humanos, otorgándole el derecho a cada persona a pensar entre lo que es bueno o malo y de esa manera guiar sus acciones, las cuales va a determinar su desarrollo en la sociedad.
Si hablamos de ética empresarial, nos referimos a los valores y principios que rigen dentro de cada empresa al llevar a cabo sus actividades, con el fin de que, desde los niveles superiores hasta los empleados conozcan las normativas y los valores, se sientan motivados y conformes y las pongan en práctica y las transmitan en sus tareas.
Es así que la ética empresarial es parte indispensable en una empresa y es parte del carácter de la misma ya que se ocupa de cuestiones normativas, ya sean valores morales como la honestidad, el respeto y la justicia así como los valores en sus negocios como la gestión empresarial, políticas y prácticas, organización y toma de decisiones comerciales, solo por poner algunos ejemplos.
Una organización ética debe considerar su entorno como algo a conservar y mejorar no sólo como una fuente de ventajas o clientes que le permite crecer, ganar dinero y prosperar.
La responsabilidad social corporativa estaría integrada dentro de esta ética empresarial y va más allá del cumplimiento de la legislación vigente o del respeto a las normas y principios establecidos, es una actitud que las empresas asumen de manera voluntaria, con el fin de contribuir al desarrollo social y a la mejora del medio ambiente.
Las empresas socialmente responsables son conscientes de la importancia que tiene su papel en la sociedad y del efecto de sus actos, por eso promueven acciones que beneficien a la sociedad y que eliminen o minimicen las consecuencias negativas que pueda ocasionar su actividad. Estas empresas deciden adoptar procesos responsables y contribuir a la mejora de la sociedad y del medio ambiente, muchas veces invirtiendo parte de sus beneficios para la realización de proyectos y campañas diversas.